La traducción y la interpretación son dos actividades muy antiguas,
tanto que incluso en algunas obras, como La Biblia, se les atribuye
un origen mítico, sin embargo hace solo unas pocas décadas que se surgieron
como carreras universitarias.
Tradicionalmente estas dos actividades se han asociado con libros,
películas, conferencias, series, etc. pero según el mundo ha evolucionado, se
ha globalizado y se han desarrollado nuevos métodos de comunicación la
traducción y la interpretación han tenido que ampliar su oferta de trabajo, hoy
en día es tan necesario traducir un prospecto médico como un tweet, una
conferencia sobre física cuántica como el monólogo de un comediante, los
subtítulos de una película como los de un videojuego, una carta como una página
web, etc.
Especialmente los traductores deben adaptarse a las exigencias de sus
clientes, saber cuáles son los nuevos objetos susceptibles de ser traducidos y
estar al tanto del desarrollo de nuevas herramientas de trabajo (memorias de
traducción, bases de datos, thesaurus, diccionarios, word, excel, etc.) con las
que va a tener que lidiar día a día si quieren ser suficientemente competitivos
como para abrirse paso y mantenerse en el mercado de la traducción.
Otro de los problemas con los que se encuentra un traductor o interprete recién
salido de la universidad es que posiblemente no tiene la experiencia necesaria
para conseguir un contrato fijo en una empresa. Una solución es establecerse
como freelancer y montar tu propio negocio, pero para ello
conviene conocer las ventajas y los problemas de trabajar por cuenta propia.
La principal ventaja es ser tu propio jefe y tener el
poder de decidir sobre el rumbo que quieres tomar. Con el tiempo te podrás
permitir seleccionar unos encargos y rechazar otros, contratar a más gente,
invertir en nuevas herramientas, etc. Sin embargo no debemos olvidar que no es
fácil mantener a flote un negocio. No vamos a poder adivinar cuantos encargos
recibiremos cada mes y al principio deberemos aceptar cualquiera que nos
ofrezcan, también tendremos que encargarnos nosotros mismos de todas las
funciones (publicitar la empresa, realizar las traducciones, llevar la
contabilidad, etc.) lo cual es estresante y cansado, sobre todo si no se tiene
experiencia ni conocimientos de economía, marketing, gestión de empresas, etc.
Otros problemas más relacionados con la actividad de la
traducción son la falta de experiencia y el tiempo. Como en cualquier profesión
la experiencia vale tanto como la formación, se supone que un traductor
veterano ha resuelto muchas dificultades en sus traducciones por lo que si
vuelven a aparecer las reconocerá, recordará lo que hizo y tardará menos
tiempo. A parte, cuando un traductor ha creado sus propios glosarios, memorias
de traducción, etc. y estos son bastante completos no empleará tanto tiempo en
el proceso de documentación y podrá dedicarse más a asegurarse de que la
traducción estilísticamente queda perfecta.
Teniéndolo todo en cuenta, mi conclusión es que yo como
estudiante de traducción no me planteo establecer mi negocio nada más concluir
mis estudios, sí puede que realice algunos encargos como freelancer pero
prefiero intentar entrar en una empresa ya consolidada (aunque sea con
contratos por poco tiempo). Cuando lleve unos años ejerciendo y esté más segura
de mi trabajo tal vez me arriesgue a montar mi propio negocio, pero no sin
antes asegurarme de conocer bien todos los entresijos del mundo empresarial y
de tener todo bien planeado para que sea un éxito.